El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

jueves, febrero 28, 2008

Jazz (II)


"Si no existiera el jazz, habría que morirse, directamente", Dice Daniel Boone mientras oye su disco número 12 de Bill Evans. Calentito. Un tema interminable que es en verdad todo el álbum.

Yo, como siempre desfasada, me quedo con Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Red Rodney. Soy un cronopio bebop, apenas, digo, y Daniel Boone fabrica nubes de humo que me sopla en el rostro. Me quedo perfumada de Camel hasta el escote, y en la noche, cuando me desnudo, lo siento subir desde la piel.

Entonces es el insomnio rotundo, que tiene tu nombre, y un disco de Miles que absurdamente no es kind of blue, sino kind of Red, kind of Dizzy... Subo el volumen y achino los ojos.

Habría que morirse, directamente.

Cronopio escuchando All blues (Miles Davis)

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miércoles, febrero 20, 2008

Café


Me gustan los hombres que beben el café negro. Son sexis. Sobre todo la parte en que les ofrecen azúcar o sacarina y ellos dicen "nada". Es delicioso. Es un fetiche. Suena rudo, masculino, fuerte, y tengo enseguida ganas de bebérmelos. Me gusta la idea de prescindir del azúcar, asumir esa pequeña aspereza cotidiana. Y me acostumbro, aunque en el fondo es horrible.

Secretamente comienzo a despreciar a los hombres que toman azúcar. Y los pruebo. A todos los invito a un café, y cuando piden, bajan 10 puntos. Cando prefieren endulzante, 20.

Uno se excita porque bebo sin aditivos. Qué ruda, dice, mujeres así no veía yo desde los 70. Y me mira hondo. Me dejo mirar, porque me reconozco en él.

Daniel Boone me prepara un café. Sin azúcar, digo. Y él se asombra. Sin, repito. Y él: creí que ya había suficiente amargura como para agregarle más. Bebo el café, negro, y mientras trago entiendo tantas cosas. Pierdo un turno y vuelvo al punto de partida. Tiro los dados. Daniel Boone ha ganado otros dos mil puntos.

Y sumerjo un terrón, para dejar de perder.

Cronopio escuchando Eres (Ismael Serrano)

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lunes, febrero 11, 2008

La máquina de soñar


Tenía tres años y medio cuando se la regalaron. Fue el mismo día que su abuelo llegó hasta su cama y la despertó para enseñarle a leer. Esa noche, cuando entre sus libros de cuentos jugaba a coleccionar vocales, la encontró, pequeñita, reluciente y bellísima: una máquina de soñar. Ella nunca había visto nada tan lindo. Era, además, un artefacto impredecible, que cambiaba de forma, de color y de tamaño. Fue difícil distinguirla al principio, pero con el tiempo se acostumbró a que tenía los contornos leves y luminosos, lo que la hacía inconfundible. La estrenó soñando que su perro era un caballo, la gata un tigre y las protestas de cacerolas vacías, un carnaval.

La máquina de soñar debía durar toda la infancia, resistir la dictadura, la separación de sus padres y proyectarse hasta las primeras incursiones eróticas de la adolescencia. Nada más. Después de eso, el riesgo estaba en la fatiga de materiales, en las distorsiones de los resultados, en el óxido de los ejes. Pero ella era demasiado cronopio para botarla. Y desobediente. La siguió abriendo cada noche de su vida, aun cuando se aceleró vertiginosamente la producción de pesadillas.

Alguien dice que no tiene sentido de realidad. Puede que sea cierto. Ella se avergüenza de eso un poco, sólo un poco, y en una caja de formica, dentro de un baúl, guarda la idiota su máquina de soñar. Aunque funcione poco, tarde y mal. Aunque marche sin que nadie la prenda, y se ponga a recortarle mordiscos a la verdad. Aunque ya no tenga ni un poco de esmalte, y nadie, ni ella, la pueda reparar. Aunque los engranajes le rasguñen a los ojos, el ombligo, el alma, la rodilla y los pies.

Abre su maquinita y va la idiota, de abismo en abismo, creyendo volar.

Cronopio escuchando Hand in my Pocket (Alanis Morissette)

Y también:
Imagínate (Silvio Rodríguez)
Sueño con serpientes (Silvio Rodríguez)
Sonho meu (Gal Costa y María Bethania)
In the arms of the angels (Sarah Maclahan)

viernes, febrero 01, 2008

Sonata


"I can't make you love me if you don't
and you can't make your heart feel
something it won't

Here in the dark
in this final hours
I will lay down my heart
I feel the power
(but you won't
no, you won't)"

Mike Reid & Allen Shamblin

"Lay down with me, tell me no lies. Just hold me close, don't patronize...don't patronize me", cantas a cappella, bajando el volumen del auto. Te miro y llevas bosque: me miras y hace mar. Nos han instalado un crepúsculo color jirafa.

"El tiempo es muy cabrón", te digo, y asientes. Cantas la canción que ahora escucho junto a mis fantasmas, acunando recuerdos como bebés que han muerto. Y tú sabes que hemos perdido todo, salvo este vértigo que nos moja. Entrecruzas las manos para decirme que pudimos haber ensamblado tan bien. En tus labios hay un grano de arena que mastico después del beso y antes de tragar.

Hacemos el amor como dos músicos que se juntan para tocar sonatas. Y en los duetos yo desafino un poco, aunque tengas la concesión de no decírmelo, tal vez para que yo pueda preñarme la boca con tu nombre en la madrugada.

Tenemos una noche, una playa, una luna mordida y todo el mar. Tenemos una urgencia demasiado postergada. Tenemos sueño a la mañana, y un desayuno con movimientos inconclusos en el piano bar. Y un viaje con desvíos, y un retorno con cuentos para despertar.

¿Quién eres? Es lo último que preguntas. Me quedo en silencio; te alejas memorizándome, como te memorizo yo. I feel the power, but you won't. Qué carajo, pienso escuchándote todavía. Qué carajo, cantante, el tiempo es muy cabrón.


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