El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

miércoles, octubre 27, 2004

Salir del clóset

Nunca he sido homofóbica, y creo que ya no lo fui. Más bien me pasa que soy una curiosa de las vivencias homosexuales. Qué piensan, cómo se relacionan y cuál es la calidad de vida de una persona que ama gente de su mismo sexo son preguntas que siempre me he hecho.Pero hay un fenómeno, uno solo, que me molesta de todo este asunto.

En el caso de las mujeres, no me preocupa demasiado, porque no son mi mercado objetivo (sorry por la dureza en los términos); con los hombres, sin embargo, el tema se pone más peliagudo. El asunto no es enterarme de que un individuo es gay. La complicación viene cuando creo que una persona es hetero y resulta que no, que en realidad lo más probable es que estemos rivalizando por los mismos tipos.

Creo que lo peor que tiene la homofobia de este país es eso de obligar a los gay a no salir del clóset. La cantidad de equívocos que esa falta de transparencia genera puede llegar a ser pasmosa. Me pregunto con cuántos habré hecho el ridículo en plan de conquista mientras ellos me envidiaban los zapatos o el pelo. Me pregunto para cuántos habré sido la pantalla frente a una sociedad que los acusa o los compadece, sin un nicho razonable para la igualdad. Me pregunto cuántos habrán querido contarme sus experiencias y se han callado por miedo.

Lo horrible de todo esto es la sospecha endémica. El mirar a un hombre y preguntarse ¿tendrá polola? ¿será casado? ¿será gay?, todo en una misma sucesión de interrogantes. Cuando se trata de un tipo comprometido una termina enterándose siempre, por uno u otro detalle. En el caso de los homosexuales, se puede tener una intuición (confieso tener un sexto sentido especialmente bueno en estas materias), pero nunca hay nada seguro, hasta que ellos lo confirmen. O hasta que otros empiecen a rumorearlo.

Es esa desconfianza ad aeternum lo que me tiene francamente chata. Estoy por suponer, por salud mental, que son todos homosexuales, y sumergirme en ese mundo de hombres gay sin ningún tipo de pudor o precaución. Para dejar de preguntarme por fin para qué lado mira el hombre. Para olvidarme, al menos en un campo de mi vida, del engaño y la manipulación.

El otro día alguien vino a decirme que mi cuñado es gay. En este caso, el tema no me atañe directamente -porque es un hombre que de cualquier manera está fuera de mi espectro-, pero me hizo pensar en el daño que han hecho a esta sociedad los conceptos de "bien" y "mal", "natural" y "antinatural", "recto" y "perverso", según la iglesia Católica. A este país completo le haría falta salir del clóset. Del de la homosexualidad, sí, pero también del doble estándar, de la pacatería enferma, de la castidad pedófila, de la solidaridad egoísta. Todos tendríamos que salir del clóset . ¿Quién me acompaña a abrir la puerta?

0 Salenas, treguas y catalas:

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