El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

viernes, noviembre 05, 2004

Guía práctica para conquistadores

He leído concienzudamente varios reportajes que dan "recetas" sobre cómo seducir a un hombre o una mujer. El único problema es que las recetas las dan siempre personas del mismo sexo. O sea que "las diez cosas que él ama" y cursilerías por el estilo son en general escritas por una idiota casada que jura que él la ama por las diez únicas tonteras que hace bien. Ok, no siempre es así de estrecho, pero de todos modos se corre el riesgo. Al final, la circulación de datos nunca confirmados entre congéneres termina por complicar más la siempre difícil comunicación entre todos y todas.

Así, por el bien del entendimiento, porque soy solidaria con mis amigos y porque espero que los que lean esto no hagan pasar nunca un mal rato a las chicas con las que alternen, me decidí a desmitificar ciertos aspectos que ellos creen que nos impresionan para bien y en realidad nos ahuyentan. Vamos a lo nuestro.

1.- No al "macho poderoso". Entre los hombres en frecuente el tema del poder. Sus relaciones se estructuran de acuerdo con esa lógica, de manera vertical. A las mujeres las demostraciones de ese tipo nos son indiferentes. O casi. Me explico: es grato que a una la lleven a un lugar bonito, pero es espantoso que el tipo se dedique a ningunear a todos los pobres sujetos que por ahí se cruzan, incluido el camarero y el estacionador de autos. La ostentación de la buena situación financiera, de la superioridad laboral o intelectual puede terminar poniendo al ególatra en la categoría de pelele sin apelaciones.

2.- No ser payaso. Es verdad que a las mujeres nos gustan los hombres divertidos, pero eso dista mucho de ser el florerito de la fiesta, el que no deja hablar a nadie o el que termina haciendo el ridículo. Verbigracia: Eyzaguirre (el ministro) es divertido; Moreira es payaso. Otro: Coco Legrand es divertido; Melame es payaso. ¿Se entiende la idea? Veamos un ejercicio práctico (responder mentalmente): ¿Qué es Nicanor Parra? ¿y Andrés Baile? Correcto. Con ese concepto en mente, pensemos que un hombre que mientras baila hace gestos y pasos humorísticos cada cierto tiempo es divertido. El que se pasea por la pista arrodillado y con la corbata en la frente, no. El que en una reunión acota chistes frente a una historia es gracioso. El que no deja hablar a nadie con sus bromas (de las que se ríe sólo él), no. Todas estas actitudes pueden terminar por ahuyentar a la más bienhumorada acompañante, así que es fundamental tenerlo en cuenta.

3.- Cuida tus modales. En general no se trata de un punto crítico, soy una convencida de que este aspecto se ha ido solucionando, pero sólo por si las moscas, es bueno repetirlo. Nada más matapasiones en una primera cita que un hombre que en lugar de hablar con una, habla con el escote. Tampoco es recomendable asearse las muelas con las uñas ni con la lengua (el sonido que produce eso es algo para salir corriendo), ni escarbarse la nariz aunque sea de manera disimulada. Si alguien está al frente, es IMPOSIBLE que no te vea. No insistas.

4.- Audaz sí, fresco no. Los tiempos han cambiado, de acuerdo. Un poco de audacia puede ser un interesante estímulo para arriesgarse, pero cuando las insinuaciones son demasiado subidas de tono, el efecto es contrario. Un hombre que dice algo que podría ser o no ser ambiguo es agudo y encantador. Un tipo que derechamente se refiere a las posturas de su preferencia, es un desatinado. Un roce tenue en el cuello cuando las cosas van encaminadas, seduce; un agarrón de traste sin decir agua va arriesga un golpe. Importante: no autopromocionarse en materia sexual (como les dije alguna vez, el tamaño sí importa, pero no es necesario proclamar las dimensiones a los cuatro vientos), no "quedarse pegado" mirando a otras mujeres.

5 Nunca tan alternativo. Sé esto que puede sonar confuso. Los hombres, para encantar, tienen que tener algo particular. Eso que algunos llaman "onda", y que una compañera mía, atinadamente, definió como "actitud". Se trata de un estilo propio, no copiado ni adocenado. El problema es cuando el tipo se va en la volada existencial a propósito de asuntos tan nimios como el papel confort o el color de la pintura de la pared. Un hombre inteligente sabe cuándo debe hablar asuntos profundos -y de verdad que se agradece- pero también sabe cuándo reírse del mundo y charlar nimiedades. Nada peor que los filósofos de cuarta categoría que le buscan el punto metafísico a todas las palabras. Expresiones como "sé tú misma", "¿qué es la felicidad?", "lo único importante es el amor" y "el mundo está enfermo" salidas de la nada, pueden no quedar del todo bien, a pesar de las buenas intenciones.

6.- Rájate alguna vez. El mundo de hoy exige igualdad. A estas alturas nadie espera que sea él quien deba pagar cada vez que salen, y lo lógico es compartir gastos, de acuerdo con las posibilidades de ambos. Sin embargo, cuando el asunto de dividir la cuenta se hace completamente "a la europea", en el estilo "me debes cinco pesos de tu bebida", puede causarse una mala impresión. Es un tema sutil, insisto. Que cada uno pague es ideal, pero ser incapaz de invitar ni un pan con mantequilla, o fijarse en quién pagó cien pesos de más, es francamente rasca. Cuando uno está en la universidad, de acuerdo. Cuando se quiere conquistar a una mujer, esos detalles pueden indicar que una está frente a un amarrete de tomo y lomo. Que ella pague de vez en cuando también es importante, y sobre ese particular los remito a una columna muy buena de la Pancha.

Sé que me faltan muchos otros consejos, como no hablar de fútbol todo el tiempo, no narrar todo el prontuario amoroso en la primera cita y otros por el estilo, pero con las recomendaciones anteriores, más todos los encantos que sé que tienen, seguro que tienen éxito. Si les va mal, me cuentan, y les hago la lista de lo que nos gusta.

0 Salenas, treguas y catalas:

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