El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

martes, enero 04, 2005

Miénteme

Es bien rara la manía que tienen algunos hombres con el tema de las mentiras. No quiero meterme en el espinudo tema de cuánto mienten ellos, porque todo depende del sujeto, pero me he topado con varios que prefieren las historias inventadas a lo que sucede en realidad. Nunca me imaginé que tendría que imaginar cosas a pedido, y todavía me resulta sorprendente.

El otro día, mientras hablaba con un hombre absolutamente adorable, tuve la ocurrencia de nombrar a alguien que a él no le resulta del todo agradable. Como yo sabía que no le iba a gustar oírlo, me limité a decir, frente a la pregunta de si conocía un lugar determinado que sí, que ya había ido. Su siguiente pregunta fue ¿con quién lo conociste? Y yo dije la verdad. Entonces él se ofuscó bastante más que un poco y me recriminó haberle dicho. Me quedé como Condorito, pidiendo una explicación, más aún cuando le pregunté qué esperaba que le dijera y él respondió tranquilamente: "bueno, no sé, ahí tú inventas algo, aplicas muñeca". Sorpresa.

Ya antes me había pasado frente a situaciones de ese tipo. Alguna vez, una pareja también me pidió que eliminara a un amigo -queridísimo, por lo demás- de mis conversaciones. "Sale con él, conversa, llámalo, me da lo mismo, pero no me cuentes, por favor, porque no soporto saberlo", fue el requerimiento. "Pero yo no voy a dejar de verlo porque a ti te molesta, ¿lo tienes claro o no?", respondí, y él dijo que sí, y que sólo le interesaba no enterarse. "Salud mental", me respondió el amigo, cuando le conté, y acto seguido, ante mi horror, me hizo la misma petición, pero inversa. O sea, que no le hablara nada de mi pareja. A l@s malpensad@s de siempre, les aclaro que nunca sucedió nada con mi amigo. Y ahí nomás me quedé con dos censuras que, demás está decirlo, no respeté.

Me pregunto cuándo preferiría yo no saber ciertas cosas, y llego a la conclusión de que nunca. O soy muy copuchenta o definitivamente las mujeres funcionamos de otra manera. Yo prefiero cualquier cosa a que me mientan, y eso es lo que me sorprende.

Tema aparte son las mentiras piadosas. Debo decir que, como soy muy boca de portón, tampoco esa práctica se me ha dado bien, y cuando he intentado, por ejemplo, decir a una amiga que se ve bien cuando en realidad no, los ojos me delatan y acabo confesándolo todo. Si hay algo que me ataca es el afán masculino de salir de compras con una sólo para decir "te queda bien" y "eso también te queda bien". Aunque uno se esté probando una falda como si fuera un strapless.

Dicen los hombres machistas que las mujeres son todas unas mentirosas. No me ha tocado que me lo digan aún, y debe ser porque mi franqueza es hasta grosera, pero me pregunto cuánto del engaño será responsabilidad de los que no soportan las verdades y exigen historias alternativas, más amables, más inocuas, más pobres. A mí, con la verdad, porfis, que siempre preferiré un problema a la ceguera.

0 Salenas, treguas y catalas:

Publicar un comentario

<< Home

Creative Commons License
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.