El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

martes, febrero 08, 2005

Cronopio de regreso (nostalgia incluida)

Y sí. Extrañé a mucha gente durante esas semanas. Me hicieron falta ciertas compañías en ciertos lugares, ciertas palabras y bromas, ciertas preguntas. Quería volver y quedarme, pero en realidad creo que más quería quedarme. Eso es algo que nunca confesé ni a mi madre, ni a mi padre ni a nadie de los que esperaban mi regreso, por no herir susceptibilidades (a mi mamá, sobre todo). Sin embargo cada paso que di hacia el aeropuerto de Barajas era como una pesada condena. Qué ganas de haber tenido una semana más. Qué ganas de haber dicho "no vuelvo", cara de palo. Y haberme instalado, quéseyo, con un carrito de chocolate y churros (mala idea, me lo habría bebido todo yo, y habría terminado rodando y con shock por frituras), con un restaurant de comida chilena o un puesto de libros. Por último, hacer estatua en la Plaza Mayor, y saber que en cualquier momento puede pasar Sabina, Benedetti, Ismael Serrano.

Como la cobardía es uno de mis problemas, acá estoy, extrañando el viento helado y asesino a más no poder, aunque ya me recobré del dolor físico que sentí los primeros días. Me enamoré. Adúltera por completo, olvidé los cerros de Santiago en Gran Vía, Lavapies, Calle Mayor. Dejé que la nieve de Madrid me besara en la boca, y de vuelta, el abrazo de smog de mi ciudad, aunque amable, me despierta la melancolía más pura. Ya me acostumbraré.

A los morbosos y morbosas de siempre, debo contarles que no me enganché con ningún madrileño, aunque guapos había, y por racimos. En fin, no se puede tener todo en la vida, y aunque suene a la frase del picado, la verdad es que no estaba entre mis intereses. A los suspicaces: tampoco con ningún compañero de viaje. Ni compañera, aunque más de alguna me echó el ojo, porque la sexualidad de varios de ese grupo era particularmente ambigua, ya les contaré sobre eso (en particular sobre la noche de confesiones en la que todas las mujeres reconocieron haber tenido algún romance con otra mujer, y me miraron con cara de bicho raro por ser resueltamente hetero, hasta nuevo aviso).

Perviendo la pena feroz que tendría al regresar (es lo bueno de conocerse), me dejé una semana para ir a la playa antes de volver al laburo. Lo pasé bien, fue una transición amable, de la que salí con 38,5 grados de temperatura. La fiebre me bajó rabiosamente la noche antes de entrar a trabajar.

Las cosas se pusieron color de hormiga cuando entré a la oficina y mi compañera me miró con cara de pena: echaron a nuestros dos compañeros de área. De los cuatro periodistas echaron a dos como si nada, y más encima la pega de uno de los despedidos me fue cedida dedocráticamente. Más pega, misma plata. En fin, the same old story. Estoy de vuelta en Chile, con los abusos de Chile, los problemas de Chile y las mezquindades de Chile. Si alguien sabe de alguna pega, que me avise.

1 Salenas, treguas y catalas:

At 5:47 p. m., Blogger Pancha dijo...

Xime, he de decirte que acá se te extrañó un montón, y para qué decir que sólo esperábamos tu vuelta para volver a juntarnos en reunión de ciudadanas y ciudadanos...Yo ofrezco mi humilde hogar

 

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