El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

lunes, marzo 14, 2005

Hijos

Debo confesar que estoy preocupada. Últimamente hay alrededor mío un olorcillo a estrógenos en flor que me tiene mareada. Para decirlo en castellano, uno tras otro, y una tras otra, las personas que quiero van embarazando y embarazándose, respectivamente. He soñado varias semanas seguidas con bebés varios, y me siento un poco confundida con este tema recurrente. Siento como que tengo una versión automática de mí misma que pregunta: “¿y cómo te has sentido?”, “¿se mueve mucho?”, o bien: “¿Te dolió demasiado?” “¿cómo se porta?” y cosas así.

Siempre hay que hacer salvedades, desde luego. Quiero decir que de toda esta población que espera(ba) hij@s, hay guaguas que realmente me interesan mucho, como el bebé de mi amigote Pancho. Y otras que me interesan, pero no me quitan el sueño, y con cuyas madres ya, francamente, comienza a aburrirme conversar.

Por más empática que yo sea, no consigo dejar la vida en una conversación sobre reflujo, pañales, mastitis y contracciones. Llámenme rara, pero de verdad me parece mucho más atractivo centrarme en otras cosas. Supongo que es por eso que mis amigas con guagua en camino me dejan de llamar, y viceversa. Sé que estoy siendo horriblemente egoísta. Lo más seguro es que cuando quede embarazada mis únicos intereses girarán en torno a las nauseas, la estimulación temprana y los chanchitos.

De hecho, creo que he vivido un extraño proceso inverso. A los 21 años, el tema de los hijos me apasionaba, y disfruté el nacimiento de mi sobrino, el de la Fran y poco después el de Diego Lizama. Pero a medida que más y más gente se ha sumado al grupo de “somos felices padres”, menos ganas tengo de entrar en la dinámica, y a estas alturas, ya estoy francamente asustada por la epidemia.

Hay que decir que las preguntas tipo “¿y tú, cuándo vas a tener uno?” y las caras de ruego de mis suegros no ayudan demasiado. Ellos sueñan con un(a) nieto(a), mientras yo sueño con irme a estudiar fuera de Chile, escribir, meterme en la política. Noto cierta discordancia de intereses.

Alguien me dijo que dos compañeras de universidad se estaban poniendo de acuerdo para tener guagua al mismo tiempo aproximadamente, porque les parecía bonito “vivir juntas esa etapa”. Frente a datos así, más las recurrentes invitaciones a baby showers (el sólo nombre me hace correr a 100 por hora), nadie puede culparme de mi vértigo. Vértigo que, para mi desdicha y la de algún otro, podría culminar con la más rígida política de abstinencia. Hasta nuevo aviso.

0 Salenas, treguas y catalas:

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