El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

miércoles, marzo 02, 2005

Kusturica y yo

Cuando me dijeron que venía Kusturica me pasó algo. No me puse exactamente eufórica, porque su música no es mi estilo, aun cuando creo que es buena y asumo que su banda tiene creatividad y energía de sobra. No he visto todas sus películas, pero Gato Negro Gato Blanco me gustó (eso sí que por momentos la música me impedía disfrutar de la trama) y Underground la encontré genial.

Decía que algo me pasó. Pero debo confesar que era algo de lo más hormonal. Él me gusta. Él. Su actitud en la vida, su cara de reventado y de trasnochar cada día, su olor a bohemia, su pelo revuelto. Me gusta el puro que muerde en las fotos, el ojo que se le cierra de puro coqueto, la arruga profunda que se le hace sobre la nariz. Tiene ese algo que no es belleza, pero que es mucho mejor.

Por esas cosas de la vida –y con todas las intenciones del mundo- logré ir al encuentro que mantuvo con la prensa. En vivo es más feo, desde luego, pero también más real. Se le nota más el pelo revuelto, la ironía, la inteligencia. En suma, me parecía más guapo. Qué manía la de los periodistas de preguntar idioteces. Idioteces que, además, debían ser traducidas al inglés antes de llegar a sus oídos. ¿Cuál es tu película favorita? ¿Qué piensas de los Óscar? ¿Qué polera vas a usar en el concierto? Y él con cara de sueño, con cara de almohada, con cara de colchón.

Pude hacerle una pregunta, no sé si interesante, pero al menos en inglés. Eso me dio una ventaja: podía mirarlo a los ojos mientras hablaba y no a la traductora. Y me dio otra ventaja: él respondió mirándome. O sea que entre pregunta y respuesta fueron unos cuatro minutos de miradas en exclusiva, que rápidamente atesoré en mi cajita de momentos importantes.

Cuatro minutos de una leyenda cinematográfica, de un premiado en todo el mundo, de un inconformista activo, de un viejo exquisito para mí. Salí mareada. No iré a verlo esta noche. No me acredité ni quiero hacerlo. Después de haber tenido cuatro minutos para mí solita, cualquier performance en el escenario sólo sería una pálida réplica. Él me gusta. Él.

0 Salenas, treguas y catalas:

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