G(ato)

Tengo un gato en la cama. Me mira con ojos de parque en otoño, fijo, mudo, y cuando parece que va a hablar, salta sobre mi cuello y me saborea como si yo fuese un enorme atún, o un queso de guardar. Digamos que el gato se llama G, que se queda quieto cuando lo acariño suavecito en el lomo, que me examina con sus iris-gato como quien decide si perdona la vida o no. Que me acribilla con langüetazos pequeñitos y bebe del agua mía.
Tengo un gato en la cama. Se para sobre mi ombligo y allí se aurruca, panza con panza, hasta que tengo celos de mi abdomen, lo tomo en brazos, le ronroneo cerca de las mejillas y le limpio las orejas mientras él cierra los párpados con deleite felino y verde. G se despierta después de unos minutos y me muerde. Yo lo muerdo de vuelta, y jugamos a eso hasta que no se sabe quién fue el comedor y quién el bocado.
Tengo un gato en la cama que se ríe porque yo pelecho más que él, que se queda enrollado en la sábana cuando me voy temprano, dueño de todo. Tengo un gato que me acepta a veces en su casa en el aire, que luego se va por la ciudad, feliz, desasido de todo. Tengo un gato que no tengo, un gato que me tiene a mí.
En su cama, el gato tiene una mujer que aprendió a maullar.
19 Salenas, treguas y catalas:
Apropo de tu último escrito en tu página personal (los gatos no hablamos de blogs), quisiera recordar una conversación que tuve con una amiga hace ya un buen tiempo, en la que ella me preguntaba: ¿podrias decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar – le dije yo.
A lo que ella me replicó -No me importa mucho el sitio...
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes – le dije, a lo que ella agregó a modo de explicación
-... siempre que llegue a alguna parte -.
-¡Oh, siempre llegarás a alguna parte – le aseguré -, si caminas lo suficiente!
Fin del recuerdo.
Tuve un sobrino que se llamaba G, no por gato sino por Gustavo. Su destino fue tan misterioso. Vivió desde pequeño en nuestra casa.
Era un loco. Cada día llegaba con un canario o una rata en su boca y, por lo general, sus presas estaban vivas. Su costumbre era todo un embrollo, no ves que con esto de la reconciliación nacional todos los animales vivíamos juntos y no era cosa que uno fuera a cazar a la hija del vecino así nomás; a no ser, claro está, que uno tuviese otras intenciones con ella.
El tema es que cuando mi madre murió, el se vino a vivir conmigo; obvio, yo ya no vivía con mis padres. Y estuvo solo una semana para después perderse. Regresaría un año más tarde, justo para el aniversario de la partida de mi madre, ya convertido en un gigante y algo herido. Se quedó a mi lado un par de horas, leyendo junto a mí. Yo ni me moví, tenía un aspecto que lo fuera a descuartizar a uno. Finalmente se paró y se fue.
G era un tipo bastante misterioso y, al último, aterrador; ese otro que pones allí no se le parece mucho; más se asimila a un fama o a un cronopio, que para mi son la misma cosa.
Felix
¿Por qué me pidan que responda a un blog (¡una página personal!) si yo sólo escribo en revistas para adultos? Bah, que fome.
G debe ser un pervertido, se nota, es cosa de mirarle nombre, ojeras e intenciones: ¿Qué es eso de acurrucarse en el ombligo? ¿no tiene mejores lugares, no tiene imaginación? No se si tira bien en su vida, pero que te anda engrupiendo con singular alegría, eso si se nota. Aunque yo le podría dar clases.
No se, lo único que te puedo decir es que no entiendo como alguien puede reír de tanto pelechamiento; aunque debo conceder que eso de beber del agua tuya me suena bastante provocador y me da sed: ¿me darías a probar?
Pero eso si lo que no puedo tolerar es que ese gato te reciba en su casa en el aire, porque que a mi, me aburre tanta poesía.
Fritz
Estimada cronista del Internet.
En relación a su último escrito, me parece necesario aclarar que si bien alguna vez escribí “El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien, sino en el deseo de dormir junto a alguien”, déjeme decirle que me siento más identificado con su relato que con mi frase de antaño: ciertamente el amor se manifiesta mucho mejor en el deseo de no dormir, pero estando junto a ese alguien.
Digamos que yo no tengo ni siquiera una cama en donde tener un gato.
En su cama el gato tampoco me tiene a mi.
De este modo, todos los días invento camas y gatos, todos los días me invento.
No es que no quiera tener ambas cosas, solo que aprovecho que no las tengo.
Simiente del Cronopio Xime:
TRISTEZAS
No tengo nada,
nada llega,
todo escapa,
todo es polvo en el aire,
lo que vuelvo a ser.
Solo la verdad,
tan real para mí
como esta muerte,
me asegura que vivo.
Y mientras espero,
no se que cosas,
si se que esperanzas
y que verdad,
voy mendigando
un te quiero,
que no llega
ni como mentira.
Rafael
Mi niña....
Puede que el gato en la cama seas tu misma....yo también tengo un gato y se llama mordisco...
Chau mi niña...un besote...y la sigo queriendo mucho :-)
...¡cuántos gatos!!...
...y yo no sé maullar...
;)
yo tenía una gata en mi cama, jacinta se llama...un día después que nos cambiamos de casa, salió y todavía no vuelve...y todavía la espero y es bien parecida al gato de tu foto y yo también le ronroneba, y ella me limpiaba y ponía sus patitas en mi cara, se estiraba y se dormía en mi panza...pero ahora ya no está
de todas formas es él quien te tiene a tí. Tengo una gata y también una perrita y un cuye, en realidad dos. La gata comenzó a acercarse a nosotros cuando llegó la perrita. No soportó el desplazamiento. La kilker (kiltra-cocker) la muerde hasta el cansancio. Ella se queja, maulla, escapa, se conduele y luego vuelve.
Un abrazo
anda a mi blog, hay una invitación que estaríamos encantados- todos- si aceptaras
#^yesdh
El eterno misterio de lo gatos.
Yo no tengo un gato, pero igual salta sobre mí, eso lo sé.
Besos
no tengo un gato real, a veces aparece uno de visita en mis sueños y me enseña a maullar y arañar, y cuando despierto tengo unas pequeña marcas en la piel
saludos y gracias por tus visitas
Qué lindo blog. Es fácil imaginar que detrás de él se esconde una persona igual de linda. Te dejo un beso y una invitación a visitar mi blog...
La lengua de terciopelo a mi también me suena pero no se de donde,
de todos modos agradezco y me sonrojo
es demasiado lo que dice ud para mi
ud es un cronopio
Pasaba por aquí...un besote...te espero en mi blog...
Que lindo relacionarse así con los animales... un saludo desde acá
Estimada:
Llegué a su blog gracias al de Álvaro y creo sinceramente que tenemos vidas paralelas. Claro que usted escribe mejor que yo.
me parece haber vivido sus dos ùltimos textos, el del miedo, la despedida y su gato.
Sobretodo el del gato, resulta que yo también tengo un pequeñín gatuno que me ha domesticado. Porque hace ya varios meses que soy yo su mascota.
Muchos Cariños
Angela
A mi también me gustan los gatos!!!! y tengo dos. Horacio y Ambrosia (por lo hambrienta). Son adolescentes... Los tengo hace poco más de un mes y ya me tienen la casa patas para arriba... pero igual los amo.
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