Red húmeda

Dame tu saliva, y me apartabas hacia arriba, para verla venir, bebértela y devolvérmela desde abajo, espesa y blanca. Dame tu saliva, y la magia húmeda que nos conectaba en fluidos desde todos los sitios del movimiento acompasado, sin pausas, sin espacios, sin rejas.
Dame tu saliva; yo complaciendo esa petición de a gotas tímidas que te hacían temblar cintura abajo, y tú gestando palabras irrecuperables que mi oído coleccionó como mariposas invisibles, extintas.
Dame tu saliva y mi boca secándose en noches consecutivas de darte de beber. Hasta la sequedad absoluta, hasta que de pronto no me quedó humedad suficiente para articular una sola palabra, aunque esa palabra fuera fin.
Dame tu saliva y tu garganta inundada de vocablos que germinaban de ese caudal, hasta que yo muda, encontrándome contigo en la calle, mientras tú diciendo mis frases ahora tuyas a todo el que las quisiera oír.
14 Salenas, treguas y catalas:
Ella elaboró un cuestionario, siempre absurda, intentando organizar su caos en tomos de incoherencia. Hizo una pregunta –iban a ser dos, pero creyó que eso era autoengañarse, enviarse señales equívocas, así es que fue una. Se hizo la promesa de ser sincera a secas y se disparó. ¿Tienes miedo? Se encogió un poco ante el temor que le provoca esa palabra, ese vocablo que es excusa y escape, que manoseó y enarboló, que usó como arma blanca y cobija. ¿Tienes miedo?, se repitió, enojada por su reacción infantil, por la mueca de desconcierto que, sabía, se le había incrustado en los labios.
No, se respondió, cuando logró traspasar el umbral del miedo al miedo. No tengo. No tengo nada. Ni cansancio, ni argumentos, ni presagios, ni milagros, ni enfado, ni sospechas. Nada. Ni recuerdos, ni nostalgias, ni estaciones, ni locuras, ni ganas. Ni siquiera huellas de zarpazos, ni cicatrices. Nada. Ni miedo.
Perturbada por su aridez, por lo inextricable de su desierto, se contrapreguntó. ¿Ni asombro? Dudó. Demoró una horas en despojarse de todos sus prejuicios. Asombro sí, se contestó, asombro tengo. Y una sonrisa sin maquillaje se atrincheró en su rostro.
(No sé si lograré subir esto, tampoco si un asomo o una mueca de sonrisa se instalará en tu cara, pero quiero creer que sí. Te quiero mucho. Tu idiota desamparada.)
Precioso.
dá-me a tua saliva...
dá-me o teu amor...
o que seria a vida sin amor...
beijos
Bellísimo texto.
Como siempre dándome la vuelta, querida cronopio...
Por qué cuando prestamos la saliva prestamos nuestras palabras? y acabamos quedándonos mudos...
Besossssssss de sed
La saliva emigra en los malos tiempos.
Las palabras aceptan ese chantaje.
La mudez es un detonador.
Un detonador sin mecha.
Los árboles conocen esta alquimia.
Pregúntale a los papeles.
Gracias por tus palabras en mi carretera.
Un abrazo
Nestor
(hola!)
Hace mucho que un texto no me atrapa.
Me gustó mucho.
Volveré por aquí.
Saludos
Toda la magia que pudiera tener, todos mis abracadabras, para que nadie te robe la saliva y se apropie de tus frases.
Yo te doy mi saliva para que tú puedas regalarla.
Busca, busca, sigue buscando y encontrarás.
Un fuerte abrazo.
saludos cariñosos...
vaya..imagina entonces lo que ocurre cuando la vida en océano se ha quedado en el universo de la que va en la vereda de enfrente...y entonces te mira y te reconoce como eclipse...
amor en transfusiones, podrán ser de miel o amargo caliz...y dejarnos sin huella de vocablo, como tu señalas.
beso, abrazo
saludos cariñosos...
vaya..imagina entonces lo que ocurre cuando la vida en océano se ha quedado en el universo de la que va en la vereda de enfrente...y entonces te mira y te reconoce como eclipse...
amor en transfusiones, podrán ser de miel o amargo caliz...y dejarnos sin huella de vocablo, como tu señalas.
beso, abrazo
devuelveme esas palabras.
que no eran para el resto.
tiempo, pasa rapido y tiempo que no pasaba por aqui.
"dame tu saliva..."
que me puede aclarar la voz.
nos leemos.
tantas cosas que ocurren al compás de esa mágica humedad, olores, sensaciones, sabores, ...tanta magia que no vamos percibiendo la sequedad, simplemente se va instalando y allì se queda,
un abrazo
En mi mente apareces asociada a varias cosas. Una es un estilete o, más cercana la palabra, más “realista” por lo carcelaria, un estoque. Yo supongo que eso es secuela de cierta controversia entre tu ego y mi ego, y por supuesto que eso es lamentable, porque uno se aleja de la erotización que, así como dijo Marcase, debería ser la brújula para los movimientos que uno hace a diario. El caso es que a pesar de todo lo anterior, debo declararme muy sorprendido, alegremente impresionado, por esta saliva tuya que dejaste aquí.
Un beso (húmedo)
Perplejo.
PS.: Supe que un entrevisto quiso amarte en vez de responder tus preguntas de reportera. Supe que ya te vas de una parte.
Debe decir Marcuse, claro está.
Perplejo
Publicar un comentario
<< Home