La picazón

El otro día quise explicarte que me cuesta renunciar a ciertos oscuros placeres, aunque sean dañinos. Te conté que cuando era chica, siempre que me picaba un bicho, me rascaba hasta hacerme sangrar. No podía detenerlo: la ansiedad de la picazón, el placer de la uña en la piel hipersensible. Te reíste. Supongo que fue porque entendiste la metáfora.
Tres días después, en Buenos Aires, en los parques de La Recoleta, los zancudos me comieron viva.
Tomo determinaciones que parecen serias, pero no aprendo nada.
Y se me van los dedos.
Cronopio escuchando Y tu mirá (Lole y Manuel)
4 Salenas, treguas y catalas:
Conozco esos placeres, y no es llegar y renunciar, se nos van los dedos. Uribeando, querida cronopia, por estos días 'ando uribeando' y mirando la lluvia por la ventana.
te mando un abrazo cariñoso...
¿estuviste en La Recoleta? ¡qué envidia!
álgunas veces se me van los dedos y es inevitable no darce ese placer, a veces me arrepiento otras no, mas de alguna vez me ha quedado una cicatriz y uno trata de aprender pero al final uno aprende a vivir con esa cicatriz que es prefirible tenerla y recordar a que no este....
La recoleta estube hace muy poco por eso lares
hay bichos y bichos
de esos de seis patas
y otros de dos
de alma
de respiración humana
lindo. me gustó.
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