El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

martes, julio 25, 2006

El día fuera del tiempo

Hoy es el día que se cae. El que se quedó sin amigos, el que rodó del calendario y se desprendió. Hoy es un día que le sobró a los maya y que, no sabiendo qué hacer con él, lo exiliaron de sus trece ciclos lunares. Es un día que quiso correr de año en año hasta que se dio cuenta de que era una bisagra, que no tenía que responder de nada a nadie.

Una luna es lo mismo que una mujer: 28 días. Trece lunas tienen los mayas, así como la mayoría de las culturas prehispánicas. Trece veces 28. Pero queda un día huérfano, y es el 25 de julio para nosotros. Hoy se celebra el 'día fuera del tiempo'. Una jornada que no está, o que está pero nadie quiere contar; totalmente inmune a nuestra neurosis agendosa.

¿Y qué se hace con un día liberado del calendario? Algunos, más dinero. Otros, nada, y eso ya es una ganancia. Los maya dedicaban ese día a sí mismos, porque el resto del año (ordenado y debidamente calendarizado) era para producir y dar a la comunidad.

Personalmente, si yo tuviera un día sin tiempo, un día gratis que nadie me cobraría, sé bien lo que querría hacer.

Levantarme tarde, o tal vez no levantarme, pero con vos. O despertarme un poco más valiente (es un día de ensayo y error, un día abierto, como un sueño), y caminar las cuadras que me separan de tu parque. Escribir una pancarta gigante con dos palabritas que hace mucho no te digo y cantar a todo pulmón hasta que te asomes o se asomen tus vecinos. Raptarte y enseñarte el plural de la primera persona, pero conmigo. Decirte que de amiga no tengo pasta y desnudarte en el sitio en que te encuentre. Llevarte a un lugarcito en cuyo baño debimos haber hecho el amor y no lo hicimos. Hacerlo. Acariñarte como hace siglos sueño, diciéndote eso que no digo porque no te importa oírlo o porque tengo miedo de acabar acribillada en uno de tus cuentos.

Llorar, seguramente, pero sin vergüenza. Hacer mi mejor intento de 24 horas. Escribir y publicar que los meses no hacen mella, que hay una toalla nueva en mi casa esperando por ti, que el ombligo se clausuró por abandono, que extrañar el amor no es un crimen, aunque me lo parezca. Escribirte una carta y mandarla por mano. Olerte. Ir corriendo a abrazar a mi madre y mi abuela. Volver de inmediato. Y olerte otra vez.

Este día no es un día. Son instantes dispersos que nadie contempla. Mañana, las máscaras reemplazarán las desnudeces y los relojes comenzarán a andar. Comenzará la nueva luna. Yo nunca habré escrito este post.

Creative Commons License
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.