El Refugio de los Cronopios


"Los cronopios, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio."

Julio Cortázar

miércoles, marzo 25, 2009

Pesadillas (II)


A mi ángel de la guarda particular



Me he pasado una noche de terror
que creí no acabaría nunca.

Sueños como picotazos de memoria en el alma
tan antiguos que ni existieron ya
dolorosos quién sabe por qué
y te plantan de ojos abiertos en la oscuridad.

Alguien me cose y descose
me inventa una nueva cara
soy de estopa y trapo
y las costuras son gruesas como cicatrices.

Alguien entra en mi casa
se lleva lo que quiere
se lleva lo que quiero
lo dejo
para que no me mate.

Alguien ordena mi captura
y mi infelicidad
al borde de una vitrina comercial.

Todas estas cosas suceden en una misma madrugada
antes de que en el reloj las cuatro.

Pienso escribirte un mensaje
que diga MIEDO
pero me da miedo
no escribo nada.

Esto es por la terapia, pienso y no calma.

La noche afuera de mi ventana está electrificada: gritan, conversan, ladran, se escucha una sirena.

Adentro de mi casa, las sombras se crecen, hay ruidos en cada habitación y sé que no estoy sola. Sé que los espectros han salido de mí y están registrándolo todo. Si se llevan algo, pienso, que no sea para venderlo en la esquina por droga.

En noches así urge tomar tu mano, rozar tu pie, sentir el contacto que te rapta del abismo y del terror infantil al que has regresado.

Pienso: me estoy mejorando: mi alma está vomitando. Quiero alegrarme, pero las sombras se mueven y sé que quedan muchas noches de delirio antes del alta.


Cronopio escuchando Nana naneta (Rosa Zaragoza)

miércoles, marzo 11, 2009

La coleccionista


Ella colecciona huellas. Al principio fue anécdota, diversión y oscuro placer sadomasoquista, que no es lo mismo, pero es igual. Al principio fue inercia: una colilla acá, una servilleta allá.

Hasta que lo liviano pesó, y la costumbre fue obsesión.

Ella tiene el hábito de perder, porque de cada historia fallida recoge huellas para guardar.

Algunas están en su refrigerador: fotografías siempre en blanco y negro o imanes que se rompieron solos de tanta atracción. Y en el librero, miles: cartas, recados, rayas, dedicatorias, manchas.

Ella colecciona nombres mentalmente, hace fichas y las recita, como quien fabrica ternuras de guardar.

En el baño ella tiene una pequeña instalación: incrustados entre los azulejos, los cepillos de dientes de los que pasaron, y una etiqueta por cada dueño, y una fecha de referencia y un signo de bien o mal.

Ella sabe que acumular no es tener. Ella sabe que las ruinas no son historias. Ella llena la casa de adornos sabiéndose tan sola. A ella le aterra la desmemoria.

Ella colecciona canciones que ha dedicado y juega a nunca dedicar dos veces la misma. Es infalible.

Y los parlantes son un cementerio. Y las letras, postales quemantes.

Ella colecciona ayeres embalsamados, futuros pasados que no pasaron, pedazos huérfanos de nuncajamás.

Hay quien dice que no vive. Hay quien dice que los ojos sólo le funcionan cuando mira hacia atrás.

Hay quien le teme y quien aspira a ser un trozo de papel junto a su pasta dental.

Ella no confunde recuerdos.

Pero a veces no sabe bajo qué etiqueta extravió la noche. Y el alba. Y la risa. Y la realidad.

Cronopio escuchando
Exploration (Bruno Coulais)

Y también:

Hedwig's Theme (John Williams)

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