Miedo

"Hay gente que muere de miedo"
Norbert Lechner
"Una mañana nos regalaron un conejo de indias. Llegó a casa enjaulado. al mediodía, le abrí la puerta de la jaula.
Volví a casa al anochecer y lo encontré como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad."
Eduardo Galeano
"No le tengo miedo al miedo", dije, y tú sonreíste. Era viernes después de Sabina, tenías un polerón, un jeans, y unas pupilas quietas, profundísimas, al fondo de las ojeras. Nos habíamos tomado la mano como un par de idiotas y hondo, muy hondo dentro del cuerpo, un aleteo loco sonaba a inauguración. Comenzaba la temporada de conejos. Tú, todo mirada, no hablaste.
(Cómo me jode en el presente el pretérito imperfecto).
Después vino tu declaración de que no podías tener miedo, porque estabas vacío e inmune. Fue mi turno de callar. Aprendiendo tu piel y su aroma a fantasmas recientes supe una noche que ni tú ni yo decíamos la verdad. Temblábamos sobre los edificios, desenterrando sílabas, clavando garras tiernas, y en esas horas de no dormir el pánico daba vértigo, aunque no se dijera. ¿Qué voy a hacer contigo?, repetías enrollado entre mis caderas y yo no respondía, porque me habría tragado la elocuencia.
Desde las fauces del miedo me botaste diciendo que no me botabas, y mientras nos despedíamos en esa fiesta que hicimos de puro tristes, como cachorros húmedos nos olisqueamos los terrores por fin. Conjuramos la tristeza a ratos, aunque saliera de tu casa llorando a espasmos, huérfana de tus lunares, y tú quedaras, silente, pensativo, con los ojos rojos de sueño y de mí.
La ciudad se abrió como un abismo. Creímos salvarnos y no.
No.
¿Entiendes?