Contra la monarquía

Calú
En la literatura es fácil: este es príncipe, este un hijodeputa. En la realidad, Calú, suelen venir un poquitito batidos, igual que las princesas. Ya sabes, las pequeñas poluciones de la globalización, el hacinamiento urbano, la competencia ilimitada por recursos limitados.
Supón, Calú, que te encuentras un príncipe en una barra. Uno al que has visto muchas veces, pero nunca como hoy, con su barba impecable, sus ojos de almohada, su sonrisa de notemiento. Supón que habla no sólo bien, perfectamente bien, sino que además canta. Supón que tiene una guitarra, que cruza la pierna, que cierra los párpados y se lanza con una bossa. ¿Qué harías?
Y al otro día, Calú, ¿no despertarías ebria de alegría, y transida de miedo al mismo tiempo? ¿No te has encontrado, flaca, recibiendo aliento de una boca ajena antes de descubrir que el héroe boicotea su propia felicidad? ¿Y cuántas veces en la página del libro encontraste un manchón deslavado donde antes había un protagonista y una promesa?
La primera mentira (Silvio Rodríguez)
Once upon a dream (Sleeping Beauty Soundtrack)
Calaveras y diablitos (Los Fabulosos Cadillacs)